La obra de Albertina Carri, que ya abarca cine, video-instalaciones y literatura, se caracteriza por su alto grado de rebeldía, en el sentido más vital del término. Ante las convenciones de un género, las tradiciones burguesas, los relatos oficiales de toda laya, los límites de la representación y hasta las expectativas sobre su trabajo, Carri se planta, piensa y rompe todo. Lo que construye luego con los escombros es siempre algo inesperado, que resulta de algunas fuertes obsesiones personales pero también de otras ajenas que la persiguen, de la pulsión frenética por el trabajo intelectual y de un estilo formal capaz de admitir al mismo tiempo la aspereza y la ternura. En esa obra son recurrentes las familias disfuncionales, ya sea para concentrarse en quienes las padecen, o para escaparse y elegir otra propia.

Esa característica tuvo resonancias particulares en el caso de Los rubios. Trabajando a partir de la idea de construir una "ficción de la memoria" alrededor del secuestro y desaparición de sus padres, Ana María Caruso y Roberto Carri, la directora desmanteló todas las convenciones y arquetipos construidos sobre la representación de los crímenes de la última dictadura argentina. El resultado fue una obra única y multiforme, que tuvo una óptima recepción por parte de la crítica pero también del público, y además actualizó la discusión sobre el tema, que parecía inexpugnable para la mayoría de los realizadores del nuevo cine argentino.

Organizado según las etapas habituales por las que atraviesa un film para llegar a ser tal (preproducción - rodaje - postproducción - lanzamiento), el libro incluye la versión definitiva del guión de Los rubios, un texto sobre la gestación del proyecto y sus múltiples niveles narrativos, y una entrevista que recorre las repercusiones que siguieron a la exhibición pública del film. Pero el lector encontrará también buena parte de los materiales básicos que fueron configurando esa "ficción de la memoria en fragmentos de entrevistas, recuerdos y escenas descartadas y, sobre todo, en la recopilación de las cartas que Ana María Caruso escribió en cautiverio. "Podría decir que hago este libro para liberarme", escribe Carri, "pero sé que es una mentira. No hay modo de desprenderse de los recuerdos, solo los puedo reinventar, redefinir, releer. Ahí estarán, confirmando la ausencia por siempre". Texto de Fernando Martín Peña.